dilluns, 1 de febrer del 2016
Se calcula que el pasado año llegaron a Europa por mar más de un millón de refugiados, de los que unos 3.600 se ahogaron en el intento. El continente registra el mayor éxodo desde la II Guerra Mundial. Solo en Turquía hay censados 2,5 millones de refugiados sirios. Tras tantos meses de avalancha en las fronteras y drama humanitario, el problema es como un guadiana informativo, al que a veces deja de prestarse atención. Pero ayer Europol facilitó un dato que impresiona y ayuda a entender las tragedias personales que laten detrás. Aunque no hay cifras exactas, la oficina europea de policía calcula que desde que comenzó el fenómeno han desparecido unos 10.000 niños nada más llegar a Europa.
Brian Donald, responsable de Europol, quien ya en noviembre lanzó un aviso en Madrid en una conferencia de la Iglesia Católica sobre refugiados, ha declarado ahora al semanario británico «The Observer» que existen mafias de tráfico de menores cada vez más eficaces, con base en Hungría, Alemania, Italia y Suecia. «Organizaciones criminales bien organizadas, que ven en los niños una oportunidad de riesgo bajo y negocio alto». Según sus cálculos, solo en Italia se ha perdido la pista a 5.000 niños y también han desaparecido un millar de los que entraron por el puerto de Trelleborg, en el Sur de Suecia.
En lo que es la cara más sórdida del drama de los refugiados, las redes de tráfico de menores acaban forzándolos a la prostitución, sobre todo a las niñas, o al trabajo en régimen de esclavitud. También se incorpora a pequeños que llegan solos a redes de delincuencia y tráfico de drogas, porque por su edad eluden en muchos países las penas de privación de libertad.
Grecia está desbordada, hasta el punto de que Bruselas estudia excluirla de la zona Schengen de libre tránsito. En 2015, solo desde la vecina Turquía llegaron allí 850.000 refugiados. En el caso de los niños sin padres, suelen ser transferidos a centros de acogida de Atenas, pero son instalaciones abiertas y con mucha frecuencia acaban vagando por las calles. No es un fenómeno exclusivo de Grecia. En la tan civilizada Suecia se calcula que unos 200 niños están viviendo en Estocolmo por sus propios medios, sin control ni atención. En Gotemburgo, la segunda ciudad del país, se halló a 18 instalados en una casa sin baños ni calefacción, con temperaturas bajo cero. Dormían amontonados en el suelo, intentando darse calor unos a otros. Lo notable es que cuando los llevaron a un albergue social huyeron. Según la policía sueca, «no están acostumbrados a que los traten bien y desconfían». Necesitarían una atención personalizada, que el Gobierno, superado, no les logra dar.
Subscriure's a:
Missatges (Atom)